La canoa Yagán

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Reconstrucción de una Canoa de Corteza Yagán

En base a datos etnográficos e históricos se realizó la reconstrucción de una canoa de corteza "YAMANA".

Fue utilizada por los "nómades canoeros" desde el Canal Beagle hacia el sur, zona conocida como el archipiélago del Cabo de Hornos, llegando también a la Isla de los Estados.

También fue utilizada por sus vecinos "alacalufes" desde Tierra del Fuego occidental hasta el norte del Estrecho Magallanes. 

Hacia el norte, por la costa del Pacífico, y gracias a otras maderas, los chonos y en la región de Chiloé, los huilliches, utilizaban otra embarcación conocida como "Dalca". 

Las últimas canoas de corteza se vieron en la primer década del 900, en la Estancia Harberton. Según relata “Clarita Bridges, vio ingresar una docena de canoas a la bahía.

El trabajo realizado fue recuperar las técnicas que usaban para la construcción de la canoa y cómo manejaban la corteza. Aprendimos a usar sus herramientas para descortezar y luego ablandar la corteza para poder moldearla y coser las distintas partes. Para sellar las juntas usaron algas y pasto de la región. La navegación fue muy interesante pudiendo comprobar lo bien que se desliza sobre las algas de la región. La embarcación resultó bastante frágil y por ese motivo hacían una o dos canoas por año según sus necesidades. También el tamaño dependía de las necesidades de cada familia dado que se trasladaban todos juntos.

El presente trabajo se encuentra publicado en el libro "Los Yamana, primera reconstrucción de una canoa de corteza", editado por el Museo Marítimo.

En la actualidad se esta trabajando para realizar una canoa de mayor tamaño y probar su navegabilidad por lugares más inhóspitos.

Trabajo de reconstrucción de una canoa, extraído del libro Los Yamana

La tarea más delicada es obtener la corteza necesaria para la construcción y para posibles reparaciones posteriores. Sucede que para despegar la corteza del árbol el yagán esperaba a que la savia suba, abundantemente, hacia la copa del árbol. De esa forma podía separarla en grandes fajas de una sola pieza.

El momento esperado era la primavera y se podía espaciar hasta febrero, pero en los meses de otoño e invierno los intentos de descortezamiento fueron totalmente inútiles. 
Con el árbol en pie se ayudaban entre tres o cuatro hombres para poder realizar las incisiones y retirar la corteza. Para ello se debía contar con un árbol de por lo menos 8 m. de tronco, grueso, recto, sin ramas y sano (sin lastimaduras en la corteza o enfermedades). 
Se necesitan 3 fajas de corteza de unos 60 a 90 cm de ancho y el largo necesario que no debe ser inferior a unos 4 metros y corteza extra para los triángulos de la proa y la popa. 
En la foto vemos a Jorge May y Moreno Preto, descortezando.
Nos resultó muy útil guardar en algún turbal (agua ácida) corteza de repuesto para parches o llegado el caso reemplazo de alguna parte. Esto a nosotros nos sucedió y el conservante del agua de turbal resultó perfecto.
A esta corteza se le retira toda la parte dura externa (leñosa) y con fuego se la flexibiliza. Prácticamente se convierte en un terciado marino. Este es el momento donde la faja de la corteza que forma el fondo se le arquea la proa y popa. Luego se le cose los lados previa colocación de dos largueros (de proa a popa) que son varas de pulgada y media aproximadamente que se unen en los extremos.
De esta forma tenemos a la corteza con la forma del tronco original. Para abrirla se colocan las varas de ñire debilitadas con un corte longitudinal en el interior. Esto hace abrir la canoa, es decir separar los dos costados, en forma tan fuerte que inmediatamente se debe colocar los travesaños (según el largo de 5 a 8, en realidad cada 50 o 60 cm.). Esto hace que la canoa tenga estabilizado el ancho (manga) de la embarcación. 
El cocido lo realizaban con tiento de piel de lobo marino, tendones de guanaco y lo más eficaz con barba de ballenas que era el plástico de la época. Los orificios lo hacían con una lezna de hueso de pata de ave. Estos no se ponían en línea sino en forma alternada para no rasgar la corteza. 

En todas estas tares al hombre lo ayudaba su familia. Una de las principales tareas en las que se encargaba la mujer era el cocido y calafateado de la embarcación. Se calafateaba con una mezcla de arcilla, algas, musgo, sebo y pasto seco. Cuando nos tocó dicha etapa en la reconstrucción nos preparamos con distintos elementos, incluyendo al famoso -silastic- al que todo velerista recurre como salvación, ya que dudábamos que los comentarios de Thomas Bridges fueran ciertos. Aunque lo que si falló fue este sellador plástico dado que siempre se trabaja con la corteza húmeda. Si se seca se endurece (pierde la flexibilidad natural) y se quiebra, se reseca quedan astillas. Otra solución fue frotarlas con grasa sobre el resto de la corteza (parte externa). 
Nos sorprendió la eficiencia del emplasto ideado por los yaganes, y lo llegamos a utilizar para arreglar pequeños rumbos que se producían en la corteza por el mal uso de la canoa y varamientos sobre piedras, playas o bajo fondos. 

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Las pruebas de navegación fueron excelentes. En la foto adjunta vemos a Carlos Vairo probando la navegabilidad de la canoa en las costas del Canal Beagle.

Nos sorprendió la maniobrabilidad, velocidad y capacidad de carga. Ya que siendo de pequeñas dimensiones (3,40 m de eslora) permitía la navegación de dos personas que superaban holgadamente los 155 Kg. Este tamaño de canoa fue tomado de la descripción que hiciera James Weddell,9 en 1823, cuando utilizara una para reemplazar su bote perdido. 

Al probar el remo de forma lanceolada nos resultó excelente para desplazarnos sobre los bancos de algas "cachi yuyos"(que están bien afirmados en el fondo a unos 10 metros de profundidad). El remo no queda enredado en ellas y propulsa con mucha mas velocidad a la canoa cuyo fondo plano hace que se deslice suavemente sobre ellas en un rápido avance. Por otra parte tiene la virtud que estas algas calman totalmente las aguas, salvo en los furiosos temporales. Pensar que cualquier velero o actualmente los barcos con motor quedan atrapados por estas algas causando muchos problemas, como tapar las entradas de agua para refrigerar el motor o empastando la hélice y el timón quedándose sin gobierno y arrancada, en esos casos se debe maniobrar dando marcha atrás o con un machete cortarlas. 

En nuestro caso la probamos en el Canal Beagle en las zonas de Harberton, Estancia Remolino, Bahía de Ushuaia, Ensenada, Isla Redonda, Bahía Lapataia, etc. 

Con la reconstrucción, ya finalizada y luego de navegar la canoa de corteza nos preguntamos: ¿medio de navegación primitivo? ¿Canoa? Claro era una EMBARCACIÓN PRIMITIVA, totalmente adaptada al medio y a la inhóspita región donde este pueblo vivió. Fue el máximo exponente de su industria. 
Sin herramientas de metal ni elementos extraños al bosque que lo rodeaba construyó estas embarcaciones que de canoa tenía solo el nombre. No era un TRONCO ahuecado. Esto sucedió con la llegada del europeo y el retroceso que esto les significó en su forma de vida que los llevó al exterminio en poco menos de 3 décadas. Con el hacha dada por el europeo hicieron canoas de tronco. También aprendieron a utilizar una pequeña vela, que antes se dejaban propulsar con frondosas ramas de las hayas a modo de vela. Tampoco ya no estaban desnudos, manteniendo sus cuerpos limpios por la propia naturaleza, ahora usaban ropa europea donde la suciedad y la humedad se mantenían lo que durase su vida.

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Reconstrucción de la canoa de corteza exhibida en una de las salas del Museo Marítimo de Ushuaia

El grupo de trabajo fue compuesto por Miriam Corsi, Edith Pancotti, Cecilia Illa, Pedro Esteban (Gato) Curuchet, Moreno Preto, Jorge May. Dirección Carlos Pedro Vairo. Apoyo Financiero Jorge, Guillermo, Roberto y Eduardo May. Fue filmado por un equipo de la POL TEL (Polish Television).
La canoa actualmente se encuentra en exposición en el Museo Marítimo de Ushuaia y allí también se pasa el documental. En cuanto al asesoramiento estuvieron el Lic. Hernán Vidal, Lic. Ernesto Piana y Oscar Zanola, en ese entonces Director del Museo del Fin del Mundo. 
Los preparativos fueron en 1988 realizándose el trabajo entre 1989 y 1990 en Ushuaia. Lugares Rio Pipo con apoyo de Moreno Preto "Tolkeyen" y Estancia Moat. El trabajo fue filmado por un equipo de la POLTEL (Televisión Polaca) y estrenado en 1991 en la Televisión Europea. 

La Dra. Anne Chapman en su conferencia realizada en la Universidad Marítima de Chile, en Viña del Mar en marzo de 2003, se refiere al trabajo de "... Carlos Pedro Vairo y sus compañeros, quienes hace varios años hicieron todo a su alcance para reconstruir una canoa yagán de corteza, tal como fue en su tiempo la "original",.... obtuvieron experiencias fecundas con la canoa que fabricaron, y una contribución al tema interesante y útil." navegar.