18º ENCUENTRO PATRIMONIO INTANGIBLE DEL FIN DEL MUNDO
29.09.2009
El tema convocante será Inmigrantes europeos en Ushuaia
Suele definirse a la sociedad argentina “crisol de razas”, definición acertada por cierto dado el fenómeno inmigratorio producido desde el comienzo mismo de la Patria, allá por 1810. Años más tarde, la Carta Magna en su preámbulo estableció que nuestro país tendría sus puertas abiertas “a todos los ciudadanos del mundo que la quieran habitar...”.
Pero fue la implementación de políticas inmigratorias con mayor o menor éxito, pero que permanentemente impulsaron la necesidad de poblamiento y fuerza de trabajo, tan necesarias para una Nación joven como la nuestra.
En el siglo XIX fue Europa especialmente, la que aportó ese flujo migratorio, tal como podríamos afirmar la preponderancia que en las últimas décadas fueron los contingentes provenientes desde países limítrofes. Nuestro país, con una prioritaria política agroexportadora requería mano de obra que atendiera satisfactoriamente la necesidad acuciante de soporte humano a su economía. El Viejo Continente, debido a sus procesos de cambios y superpoblación, ofrecía una valiosa posibilidad de satisfacer tal demanda.
Si bien, la emigración europea buscaba diversos destinos en el Nuevo Mundo, fue especialmente la Argentina el país que mejor situación relativa posibilitaba, ya que contaba con una cultura latina, afinidades religiosas y hasta de idioma. En el artículo “Tierra del Esperanza” (EL diario íntimo de un país, La Nación), Hugo Ratier presenta estos datos: “Buenos Aires, puerta de entrada de los inmigrantes, duplicó su población entre 1869 y 1914, en un proceso que demandó la llegada de cuatro millones de personas, especialmente entre 1881 y 1930.
En 1895, de cada 100 habitantes, 72 eran extranjeros de distintas procedencias, donde un 43% eran italianos y un 33% españoles. Luego, la crisis de 1929 frenó ese empuje, solo reanudado pasada la Segunda Guerra Mundial, entre 1945 y 1950, pero consistentes en grupos de los cuales altos porcentajes regresaron a sus lugares de procedencia”.
Tierra del Fuego no resultó ajena al fenómeno social descrito, por su situación geográfica y la necesidad de poblamiento abrió también sus brazos a la inmigración, que comenzó a producirse a comienzos del siglo XX. Así fueron llegando españoles, especialmente un contingente de 500 ibéricos en 1913, italianos, croatas, eslovenos, de Medio Oriente y hasta de Grecia. Desde Chile se produjo la mayor inmigración en cantidad y en forma continuada, aunque del resto de países limítrofes resultó más reciente. No podemos dejar de mencionar a los integrantes de la Misión Anglicana en siglo XIX.
Por ello, con vistas a la conmemoración del Bicentenario de la Patria en 2010 se hace necesario repensar los albores de la Argentina y de quienes con errores y aciertos pero con una cultura del trabajo irrepetible, ayudaron a construir la Nación.
Así como Buenos Aires y su simbólico Cabildo encabezan este movimiento de revalorización social, los fueguinos podremos basarnos en 1910, es decir, cien años menos para revalorizar nuestra joven pero rica historia. Y los inmigrantes de nuestra región ocupan un protagonismo a la par de los forzados compatriotas, civiles y militares, que tanto hicieron para apuntalar el desarrollo de Tierra del Fuego.
El Museo Marítimo de Ushuaia, en concordancia con las actividades que viene desarrollando bajo el lema “Camino al Bicentenario”, ha organizado los próximos Encuentros Patrimonio Intangible del Fin del Mundo (2009/2010) dedicados a los inmigrantes y sus descendientes.
En la ocasión serán los inmigrantes europeos quienes aportarán recuerdos de sus vivencias en la Ushuaia antigua para finalizar con la tradicional degustación de comidas típicas. Será una buena ocasión para el reencuentro entre amigos y conocidos, y de todos ellos con la historia.
La entrada es libre
secretariadearte@museomaritimo.com