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Festival de Fotografía Patagonia Sur Sur. 3 de agosto, 18 hs


Seminario de Arte y Fotografía

La dirección del Museo Marítimo y del Presidio de Ushuaia en nombre de su director Carlos Pedro Vairo invitan al FESTIVAL DE FOTOGRAFIA PATAGONIA SUR SUR, que inaugura el viernes 3 de agosto a las 18hs en la Galería de Arte de dicho museo, ubicado en la ciudad de Ushuaia en la calle Yaganes y Gobernador Paz.

 

 

4132 km Ushuaia Salta

 

Artistas del sur argentino: Fernanda Rivera Luque, José Luis Miralles, Gabriela Cid, Natalia Buch, Rosalía Jofré.

 

Artistas del norte argentino: Otilia Carrique, Horacio Pagés, Loly Rodríguez, Patricia Godoy, Alexander Guerra Hurtado.

 

Curadoras: Matilde Marín y Pilar Altilio

 

 

 

La muestra 4132 km Ushuaia Salta reúne cinco artistas del sur junto a otros cinco que habitan el norte de nuestro país, Salta, en un intercambio fructífero de experiencias que usan el medio fotográfico como punto en común. La curaduría conjunta de Matilde Marín y Pilar Altilio se centró en una selección que comprenda esas dos geografías diferentes con sus propias bases culturales a las que se le suma el original conjunto de artistas oriundos y migrantes que habitan esos dos lugares. En palabras de las curadoras se destaca: “esa migración, así como la pertenencia a un espacio, le confieren a este proyecto un plano de interés, amplio y diferencial, que pueden aportar sus singulares miradas para abrir diálogos que se enriquecen y retroalimentan.” Diálogos que quedarán abiertos para un cierre especial en el otro museo importante de la ciudad de Salta en octubre de este mismo año.

 

 

 

4132 km Ushuaia

En el recorrido por las producciones de los artistas del sur se incluyen señalamientos que parten de sus propias experiencias de vida en este entorno especial, plagado de signos. Trasfieren hasta nosotros una secuencia donde la memoria, la reflexión, el tiempo y el destierro se evidencian de distinto modo.

Fernanda Rivera Luque se pregunta por la identidad y la pertenencia, reflexiona con profundidad sobre la amalgama de recuerdos “que arrastran lo vivido y lo no vivido, lo imaginado, lo deseado, lo soñado”. José Luis Miralles percibe con todos los matices posibles su acercamiento a un paisaje que lo hace meditar “el saber que nosotros, que no somos el desierto aunque vivamos en él, somos capaces de transformarlo en un territorio humano”.

Gabriela Cid se sumerge en una mirada introspectiva sobre aquellas fotos que guardan “los recuerdos de alguna vida que no queremos soltar”, actualizando esas imágenes mediante intervenciones. Natalia Buch une su dolor presente por la pérdida de su padre con los retratos de su familia judía, migrante y en parte desaparecida, preguntándose por el duelo y su frontera donde “lo roto no es la marca en lo visible”. Rosalía Jofré plantea la relación entre mar y montaña, dos huellas fuertes y contrastantes del paisaje que habita y reflexiona sobre la indecisión de abandonar esta insularidad perturbadora, vivida como “en un juego doloroso difícil de asimilar”, casi un destierro.

 

 

 

4132 km Salta

Tanto el pertenecer como la conciliación con un territorio potente como la naturaleza de nuestro norte, les permite a estos artistas puntear mediante la foto registro y la instalación, una serie de actos que meditan sobre el tiempo y el paisaje. La sal milenaria, las ceremonias andinas, las marcas en lo textil, el viento y la cultura del “me gusta” globalizada se visualizan sugerentes.

 

Otilia Carrique encuentra la forma de hablar del tiempo reflejando la prexistencia de ese mar de sal con las cruces talladas de unas presencias también muy lejanas en “un nacer y morir constante, el origen de la vida y la muerte”. Horacio Pagés introduce en ese mismo escenario asombroso el registro de la música andina para emitir un acorde que vincule “los sonidos del territorio cultural” en diálogo ético con la naturaleza. Loly Rodríguez registra su performance con la intención de dar su versión de la ruta de la sal, marca profunda del habitante de la Puna que construye su relación con la naturaleza “a partir de la construcción de una apacheta” en un ritual ancestral actualizado.

 

Patricia Godoy registra los modos en que ese otro cuerpo que constituye el vestido se puebla de capas para “amparar una multiplicidad de dimensiones, de fugas, de entrecruzamientos inesperados” como señalamiento de una actividad vital constante. Alexander Guerra Hurtado, un cubano en territorio salteño, vuelve a su patria de origen y con cierta ironía se apropia del “me gusta” de la cultura de redes para colocarlo en plena rambla como signo de los tiempos.