Vistas majestuosas de una geografía extraordinaria, captadas al plein air, con la sensibilidad propia de quien ama lo que pinta.
Sobre el artista
Marcelo Morais nació en Montevideo en 1976. A los siete años su familia se instala en Buenos Aires y él siete años atrás se muda a Ushuaia. Coincidencias o destinos que se repiten: una de los apellidos pioneros de Tierra del Fuego, entre los pocos llegados en el siglo XIX era el de los Morais. La temprana vocación de Marcelo se encauza en los talleres de dos grandes maestros, viejos conocidos nuestros: Graciela Genovés, magnifica colorista y José Marchi, finísimo dibujante. Pasó luego por el taller de Roberto Gatti y Smilton Roa Klaassen lo introdujo en el mundo de la ilustración. A la par cursa en el Instituto Universitario Nacional de Arte y obtiene la licenciatura. Con este bagaje, parte a España donde abreva (nada menos) en los talleres de Antonio López, Miguel Ángel “Golucho” Mayo y Andrés García Ibáñez. En la majestuosidad de Tierra del Fuego encuentra su lugar en el mundo. La austera belleza de la isla, la dureza de sus inviernos, el renacer del período de deshielo, las largas luces estivales y los ocres de otoño lo atrapan. Paisajista desde siempre, en las tierras australes Morais se encuentra a sus anchas. Hace su camino, que, como suele ser en el arte no es fácil. El Museo Marítimo, cuyo director Carlos Vairo, tiene un fino olfato plástico lo apoya. Y avanza. Expone, dicta talleres, participa en proyectos editoriales y cinematográficos. Seguimos su trayectoria desde hace varios años. Nuestro habitual viaje al sur de finales de invierno, contó en el último tiempo con la ilusión de encontrar sus obras siempre superadas. Marcelo nunca nos decepcionó. Su crecimiento ha sido constante. Esta exposición era una asignatura pendiente. Desde hace tiempo, creemos que sus paisajes merecen ser conocidos y que nuestro público ha de disfrutarlos.