ISLA DE LOS ESTADOS
En el extremo oriental de la Isla Grande de Tierra del Fuego y separada por 30 kilómetros de agua, pasaje conocido como el Estrecho de Le Maire, emergen de las heladas aguas las últimas estribaciones de la Cordillera de los Andes.
De aspecto montañoso, con picos agudos y escarpados, tiene 65 kilómetros de largo y su ancho varía de los 16 kilómetros a los 500 metros. Más de 120 espejos de agua dulce dan origen a pequeños chorrillos y cascadas de aguas cristalinas.
El lado sur de la isla presenta un aspecto desolado y terrorífico, siendo el menos frecuentado. Es el lado más castigado por las tormentas y vientos que desde el Polo Sur encuentran a esta isla como su único obstáculo en su carrera hacia el norte. Con fuertes corrientes, mares tempestuosos, mala visibilidad y calmas repentinas hicieron que decenas de grandes veleros desaparecieran en sus inmediaciones. Hasta la apertura del Canal de Panamá la región era surcada por miles de buques en su carrera a Australia, Asia o la costa oeste de los Estados Unidos.
En la inhóspita Isla de los Estados, un lugar barrido por el viento y las lluvias, el 25 de mayo de 1884. la Expedición al Atlántico Sur comandada por Don Augusto Lasserre, construye, el Faro de San Juan de Salvamento y una Estación de Salvataje que se convertiría en Subprefectura.
Francia donó un faro semejante al que existía en San Juan de Salvamento y fue colocado, en 1998, en el mismo lugar donde estaba el primero. Nuevamente se encendió la luz que indicaba la entrada a puerto, solo que paneles solares y un sistema electrónico han reemplazado al aceite de colza y a los 6 hombres encargados de su custodia.
ISLA OBSERVATORIO
El 1º de octubre de 1902 fue encendida por primera vez la luz del Faro de Año Nuevo. Este reemplazó al Faro de San Juan de Salvamento.
Solo quedan las construcciones de la casa del Guardafaro de lo que fuera un conjunto de edificios donde funcionaba el Observatorio Magnético que fue levantado en 1917. En el lugar recalaban las expediciones antárticas como las del Dr. Charcot que además de corroborar los compases aclimataban los perros antes de partir hacia lo desconocido.
El Cementerio de San Juan de Salvamento, al fondo del puerto, todavía conserva algunas cruces de varios presos muertos. A finales del 800 el lugar fue elegido como Presidio Militar. Las tumbas de los indios estaban del lado opuesto y no llevaban cruces
El Museo Marítimo de Ushuaia junto al equipo del Ice Lady Patagonia de los hermanos trabajó en limpieza y colocacion de nuevas cruces en las tumbas
PUERTO COOK
La Armada Argentina mantiene varios boyones que sirven de amarre en varios puertos de la Isla y de Tierra del Fuego. El trabajo es supervisado por buzos para corroborar su fijación al fondo marino. Puerto Cook, del lado norte de la isla, está separado de puerto Vancouver, del lado sur, solo por un estrecho istmo que tiene 500 metros de ancho. Si bien la distancia es corta, el paso se hace pesado por los turbales que en él hay. Tiempo atrás este istmo fue utilizado por los pescadores y cazadores de lobos para llevar sus botes de un lado a otro de la isla. De esta forma podían dejar el buque en aguas seguras y con botes más pequeños arriesgarse a las roquerías donde estaban los lobos marinos. En Puerto Cook estuvo el Presidio Militar que fuera trasladado de San Juan de Salvamento en 1899 por razones humanitarias.
De él solo queda este cementerio, inaugurado en enero de 1900, que además de presos tiene las tumbas de muchos náufragos que fueron encontrados en las inmediaciones como los del Ana de Hamburgo.
Cerca del cementerio y un poco más al este encontramos los restos de la "mítica" casilla de Eyroa. Esta fue hecha construir por Don Luis Piedra Buena y además de refugio para sus hombres era utilizada por los náufragos mientras trataban de llegar a San Juan de Salvamento, o esperaban que alguien pasara por la zona. Hasta 1960 fue mantenida con alimentos. Esta construcción en material son los casi únicos restos del Presidio Militar que funcionó en Puerto Cook entre los años 1899 y 1902. Aparentemente se trataba de la comisaría del lugar dado que el resto de los edificios eran de madera y chapa acanalada que fueron luego trasladados a Bahía Golondrina en Ushuaia. Otro vestigio de estas construcciones son los palos clavados en la playa por donde pasaba una pasarela.
En el momento del cierre y traslado de los presos a Ushuaia, se produjo un violento motín que dividió a los presos en tres grupos. Los que no querían amotinarse, los violentos que asesinaban y los que estaban en contra. La búsqueda demandó varios meses hasta que se encontraron a todos los hombres. La mayoría se entregó voluntariamente, pero hubo un grupo que logró cruzar el estrecho de Le Maire y se los encontró deambulando por la costa. Fueron trasladados a Buenos Aires donde se los juzgó y los cabecillas fueron sentenciados a la pena de muerte.
BAHÍA FRANKLYN.
Con el apoyo de la Armada Argentina estábamos desde hace varios años buscando el lugar donde Don Luis Piedra Buena perdiera el "Espora" y construyera el legendario "Luisito".
Así fuimos recorriendo la isla y en una expedición con el velero Callas de Jorge Trabuchi encontramos un lugar que coincidía con la descripción de Don Luis. De esta forma regresamos para buscar con más tiempo. Entre las guias de trabajo teníamos el diario que escribiera durante su estada forzosa de 3 meses en el lugar. Pudimos ir interpretando el lugar y de esa manera encontramos los restos del casco que afortunadamente el mar se encargó de desenterrar y muchos restos de madera; hasta el palo mayor de este Bergantín Goleta. La madera fue hecha analizar y coincide con la madera utilizada para la construcción de esa época en el hemisferio norte.
La ex "Nancy" de Estados Unidos había sido ubicada. Pero la búsqueda continuó y así apareció la cadena y hasta la roca donde relata que ató la cadena en un intento de salvar a su querido buque. Al mismo tiempo y con madera de la zona más la que llevaba a bordo construyó un cúter de 11 metros de eslora. Aparecieron los escobenes, restos de la cubierta y botellas de licor. Todo esparcido por esta gran playa donde cada marea la cubre casi en su totalidad. De muy escaso gradiente coincide en un todo con las descripciones de Don Luis cuando relata lo difícil que era llevar el cúter hasta que flotara. Las tormentas y la fuerza del mar hicieron el resto; esta bahía abierta al sudoeste recibe el embate de las olas con una fuerza inusitada.
Subiendo la ladera de los cerros encontramos el bosque de los "curvones". De este se proveyó para hacer las cuadernas del nuevo barco; la naturaleza hizo que los troncos de los árboles tomaran curvas de las formas más variadas. La famosa bahía de las nutrias, como la denominara Don Luis. En ella desembocan dos ríos donde pudimos observar nutrias o lobitos de río. El motivo por el cual navegaba por la zona era para explotar un recurso natural que se consideraba inagotable: la caza de lobos marinos y pingüinos para aprovechar su grasa que era utilizada para iluminación. Esta actividad era complementaria a la caza de ballenas. Estos pingüinos de Penacho amarillo son los que cazarían Don Luis Piedra Buena y sus hombres. Los introducían en un "tacho" y cocinándolos les extraían el aceite.
En la actualidad son objeto de estudio dado que hasta 1997 se desconocía la existencia de una colonia de tan grandes dimensiones. Los científicos en diferentes campañas realizan un relevamiento de cantidad de nidos, hábitos alimenticios, peso, desarrollo y actualmente están estudiando sus hábitos migratorios y de pesca. Con censores especiales conocen a qué profundidad se sumergen y hacia dónde se desplazan. Pero bahía Franklyn nos deparó muchas más sorpresas como encontrar un gran varamiento de delfines pilotos. Pero las sorpresas continuaban.
A unos 30 metros de los restos del Espora, y en el bosque, justo al lado de un chorrillo, tal cual lo describe en su diario, encontramos los restos de una construcción. En ella hallamos un arco de sierra, cables, motones, botellas y chapas acanaladas de lo que fue el techo y chapa de plomo de la que se usaba para el fondo de los barcos. Evidentemente se trataba del refugio y depósito que construyera Don Luis junto al improvisado astillero. Don Luis Piedra Buena recorría estos difíciles mares que incluían, además de la Isla de los Estados, el propio Cabo de Hornos, el Estrecho de Magallanes y la costa de Santa Cruz.
Durante casi 2 décadas fue el único que portaba una bandera Argentina. Hasta debió armar su goleta con 3 cañoncitos para hacer frente a los loberos norteamericanos e ingleses. Toda la región era muy apreciada por la gran cantidad de ballenas, lobos marinos y pingüinos.
Las islas Malvinas fueron base de muchos de estos loberos anglosajones que tenían al sur argentino como fuente de riquezas. Así fue como en 1859, en la Isla Pavón, en el río Santa Cruz, levantó su almacén y casa con una empalizada para protección de los indios, y estableció la primera Colonia en el Sur Argentino. Nuestra idea era ver si en las inmediaciones encontrábamos restos similares a los hallados en Bahía Franklyn. Pudimos comprobar que los restos de chapas y elementos náuticos eran de la misma procedencia como así también las botellas de fabricación artesanal.
En el interior de la casa recreada existe hoy un pequeño Museo de Sitio. En él es posible hallar pertenencias de los antiguos pobladores; cueros, ejemplares de fauna disecados; utensilios de la vida diaria y distintos artefactos utilizados en el campo. Todo eso mezclado con puntas de proyectil, boleadoras y hachas usadas por los tehuelches. También muchos elementos de uso náutico, similares a los que encontramos en Isla de los Estados. Los restos del poblamiento de Gregorio Ibañez se habrían ubicado allí donde están las tejas. La fecha podría ser a partir de 1868 en adelante y allá al oeste a 2000 metros, está el cementerio viejo donde están depositados los restos de Gregorio Ibañez, que fue el primer piloto de Piedra Buena y que se considera el primer habitante de Comandante Piedra Buena, porque Gregorio Ibañez se trasladó posteriormente desde este punto donde había poblado hacia el oeste también a la vera del río como a unos 15 km de aquí, y allí se instaló definitivamente con su familia en un campo de una legua que el gobierno le concedió por el decreto del 25 de enero de 1880. En ese predio digamos, se conformó después el pueblo de Comandante Luis Piedra Buena, por eso lo considera Ibañez como el primer habitante del lugar.
Enfrente en la costa sur tenemos lo que se conoce con el nombre denominado por Moyano como el Zanjón de las Salinas, que Piedra Buena explotaba por allí por 1868, y allí tenía unos ranchos donde vivía su gente, la gente que explotaba las salinas. En este lugar al que Moyano denominaba el Rincón de las Salinas, Piedra Buena llegaba con su barco hasta ese lugar, o sea, que yo supongo que tal vez no avanzaba mucho más río arriba, sino que este era el punto hasta donde él llegaba con su barco y desde allí se dirigían hacia la Isla Pavón a caballo o en bote. Un día soleado en Isla de los Estados es raro. Estas imágenes nos hacen pensar en una isla en el Caribe pero la verde vegetación esta dada por ser el último bosque sub antártico. Mas al sur la vegetación se extingue. La isla posee un clima marítimo, dependiendo directamente del mar que la circunda. El promedio anual de temperatura varía de 0 a 5º C, esto nos habla de una temperatura media fresca constante. El promedio de temporales fuertes es de 73 días al año. Región muy húmeda, con precipitaciones casi diarias, siendo su promedio de 248 días al año. Es normal verla cubierta de nubes. Impulsadas por los vientos del Cabo de Hornos, quedan atrapadas por los altos cerros cubriendo la isla en su totalidad, aunque a su alrededor brille el sol. Este mismo viento es el que las va arrancando a jirones y así la isla aparece y desaparece ante los ojos de los marinos que trataban de ver mas allá de las nubes y encontrar por dónde pasar.
PUERTO PARRY
En la mitad oriental de la Isla encontramos profundos fiordos que son protegidos puertos naturales. Puerto Parry, como se denomina este largo fiordo de unos 7 kilómetros de largo y con profundidades que llegan a los 100 metros, está rodeado de cerros que trepan hasta los 600 metros de altitud. Entre las leyendas de la región una cuenta que en esta costa fue hallado sin vida el anarquista ruso Ivanitzky que escapara en dos oportunidades del Presidio Militar de Puerto Cook. Muchos lo hacían para sentirse libres un rato, dado que al poco tiempo, se entregaban solos.
La isla, como cárcel, resultó ser un bastión inexpugnable. Pero sus presidios fueron levantados por el rigor del clima y por ser considerados inhumanos, tanto para los presos como para los carceleros. Aún así muchos de ellos vinieron con sus esposas, como el caso del soldado Valentín Rivera y su esposa de San Nicolás, Ana Echegaray, con un niñito de 3 años. Al fondo del fiordo está el Apostadero Naval Don Luis Piedra Buena.
Desde diciembre de 1978, un grupo de 4 o 5 hombres de la Armada Argentina, va rotando cada 45 días de permanencia. Durante ese tiempo se ocupan en las tareas de mantenimiento y reparaciones cuando no emprenden trabajos nuevos como mejorar el muelle, los senderos o la toma de agua en la cascada. Durante ese período están unidos con la Base Naval de Ushuaia solamente en forma radial. La Isla de los Estados fue utilizada por marinos de todas las épocas.
San Juan de Salvamento, conocido como Saint John o Saint Jean, figuraba en todos los derroteros náuticos como buen lugar para reparaciones, con abundante agua potable, madera, apio silvestre para combatir el escorbuto y carne fresca de pingüino y lobo marino. Desde Malvinas venían en búsqueda de leña y madera para las construcciones. Don Luis Vernet, primer gobernador argentino de las Malvinas, tenía un aserradero en Basill Hall. En sus croquis de la Isla figuran los años 1828, 29 y 30 con excursiones de caza de lobos marinos. Estos foqueros para confundir a los competidores cambiaban el nombre de los accidentes geográficos y el Cabo Buen Suceso lo tenía rebautizado como Cabo de Hornos.
Así mismo Don Luis Piedra Buena denominaba Bahía de las Nutrias, suponemos a Caleta Lacroix o Córdoba. Un ascenso a los cerros que rodean al Apostadero Naval Piedra Buena nos da una buena idea del lugar. La vegetación va cambiando a medida que ascendemos. Si bien en la costa los árboles de guindo tienen un recto y grueso tronco, a medida que escalamos los árboles se convierten en arbustos achaparrados. Podemos decir que la flora del lugar es la misma que en el resto de Tierra del Fuego, pero entre las plantas mayores predomina el guindo y no la lenga como en la Isla Grande.
Otra característica es que no existen casi plantas exóticas al lugar. El trabajo fue realizado en varias campañas por Fernando Biganzoli, del Instituto Darwinion de Buenos Aires. Ya pasando los 350 metros solo encontramos alguno que otro arbusto, líquenes y musgos. Estos requieren de mucha humedad que en la isla es fácil de encontrar. El suelo está cubierto en gran parte por turba y esto hace una subida bastante resbaladiza. Desde estas lagunas de agua de lluvia y deshielo bajan mangueras que alimentan el depósito del apostadero y también pueden reaprovisionarse los buques. Los chorrillos que desembocan al mar tienen, por lo general, aguas de color amarillento. Esto está dado por su paso por la turba que le confiere un PH ácido, aunque sigue siendo potable. De regreso al apostadero Naval no se puede dejar de pensar sobre este puñado de hombres que ejercen la soberanía sobre el lugar en una isla que fuera ambicionada por otras naciones.
A Don Luis Piedra Buena, ya luego que perdiera casi todos sus bienes materiales como consecuencia de su naufragio, intentaron comprarle la mitad de la Isla por 10 mil libras, a lo cual se negó. Su riqueza en madera era ambicionada por los ingleses que se establecieron en Malvinas. La Isla fue de propiedad de Luis Piedra Buena hasta que el gobierno Nacional se la recompró a sus herederos en 1912. Siempre su nombre estuvo muy ligado al de la Isla y es así como el 10 de agosto, cuando se conmemora un aniversario más de su fallecimiento, también se celebra el Día de la Isla de los Estados. Todos los días, muy al sur del continente y a pocos kilómetros de la Antártida, se transmiten, desde el Apostadero Naval Comandante Luis Piedra Buena, los datos meteorológicos para seguridad de los pesqueros y buques que pasan por la zona. Su presencia sigue estando en la atmósfera, como cuando hace más de un siglo, dejando de lado sus intereses comerciales, se dedicara a rescatar náufragos de una muerte segura en estas heladas aguas e inhóspitas tierras. Así fue como recibió el apodo de "Caballero del Mar".